Bienvenidos a la embajada de Moulinsart, hogar del tebeo
español y europeo.
Esta semana quiero hacer un pequeño homenaje póstumo a uno
de los grandes dibujantes de este país: Luis Bermejo. La semana pasada conocíamos
la noticia de su fallecimiento a través de la página de Facebook “Archivo de
tebeos y autores españoles e hispanoamericanos” donde Miguel Quesada hijo,
comunicaba que el maestro nos había dejado.
No es posible hablar del tebeo en España sin mencionar a
Bermejo, un artista completo que empezó sus días de aprendiz de Manuel Gago, ya
que eran los dos de Albacete, y que fue quién le dio la oportunidad de empezar
en el oficio entintando sus páginas. Así su primerizo estilo se asemejaba mucho
al de Gago, y de él capturó el dinamismo que luego sería parte indiscutible de
su estilo. En la colección “El rey del mar” (Ed. Valenciana 1949) podemos ver
sus primeros trabajos en solitario con un estilo muy “Gago” pero donde ya se
nota la calidad de su arte (esta colección la dibujó con 15 años).
Bermejo se traslada a vivir a Madrid donde empieza a
trabajar para Rollán, dibujando una de sus series más conocidas “Aventuras del
FBI” (1951), donde da rienda suelta a su narrativa, su dinámico estilo y su
buen hacer, produciendo una serie estupenda de aventuras policíacas.
Más tarde entra a trabajar para la editorial Maga (fundada
por Gago ), dibujando la serie “Roque brío” (1956) sin demasiado éxito y
posteriormente “Apache” (1958) donde crea un maravilloso western protagonizado
por un indio apache y su fiel caballo “Halcón”, donde éste intenta imponer la
paz entre indios y blancos, convirtiéndose en blanco de unos y otros.
Bermejo hace aquí su mejor trabajo hasta la fecha, con un
dibujo genial y muy dinámico y con unas portadas preciosas.
En esta época, su serie de Aventuras del FBI ya se traducía
y publicaba en varios países, pero donde se dio más a conocer para toda Europa
y dónde más trabajo realizó fue con la agencia británica Bardon Art (esta
agencia proporcionaba material para editoriales como Eagle), en la que estuvo
haciendo páginas desde mediados de los 50 hasta principios de los 70: tebeos
románticos, bélicos, de aventuras, un sinfín de trabajos que lo hicieron
conocido internacionalmente y en el que hizo uno de sus mejores trabajos
(inédito en España, como la mayoría) “Heros the Spartan”, un trabajo a la
altura de los grandes ilustradores de la época.
Posteriormente ilustró libros, álbumes de cromos y comenzó a
colaborar con Toutain para el mercado yanqui en las publicaciones de horror y
misterio de la Warren. Dibujó multitud de historietas en revistas tan conocidas
como Creepy, Vampirella, Eerie y The rook, entre otras, que en nuestro país
pudimos ver publicadas en Dossier negro, Vampus, etc.
Sin duda una de sus obras más conocidas para muchos
aficionados (y obra de culto para los fans de Tolkien) fue la adaptación al
cómic de “El señor de los anillos”, con guión adaptado por Nicola Conti y
editado en colaboración de Warren y Toutain. Una labor titánica de condensación
de los tres libros más un pequeño repaso del libro de “El hobbit” en sólo tres
cómics, publicados coincidiendo con el estreno de la película de animación de
Bakshi. Esta adaptación se publicó en España en 1980 por Toutain; aunque la
historia lógicamente está muy incompleta, los dibujos de Bermejo son una
maravilla absoluta.
Justo después de esa adaptación, publicó “Los 8 anillos de
Elibarin” un tebeo muy influenciado por la fantasía de Tolkien con un toque de
ciencia ficción.
Uno de sus últimos trabajos en el cómic lo llevaba a darle
vida de nuevo a El capitán Trueno, una nueva serie de aventuras publicada por
Bruguera en 1986, en la que Bermejo y posteriormente Blasco, dieron vida de
nuevo a uno de los grandes personajes del cómic español.
A finales de los 80 dejó el cómic y se dedicó a perfeccionar
su maravillosa técnica de pintura: acuarelas y posteriormente óleos, fueron los
últimos trabajos de este gran maestro.
Se ha ido otro grande del tebeo y la pintura ya no sólo de
España, sino de ámbito internacional, pero siempre nos quedarán sus tebeos y
eso, sin duda es mucho. Un saludo maestro, descansa en paz!
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